Ni efecto llamada ni política común
La última tragedia en el Mediterráneo, con el naufragio de un barco frente a las costas libias con 700 ocupantes, recuerda hasta qué punto es urgente que la Unión Europea redefina las líneas maestras de la llamada Fortaleza Europa.
Con la adopción del Tratado de Schengen, los Estados se comprometieron a reforzar el control de las fronteras externas. La premisa era simple: en un espacio sin límites internos, cualquier problema migratorio de un país se convertía en un problema común, que requería un esfuerzo coordinado.
Veinte años más tarde, la UE carece de una política armonizada de inmigración y ha establecido uno de los sistemas de asilo más injustos del mundo. Esta falta de coordinación pasó desapercibida para la opinión pública hasta que las consecuencias de la primavera árabe desencadenaron una gran crisis humanitaria en el Mediterráneo. En 2013, Italia lanzó la Operación Mare Nostrum para la búsqueda y rescate de inmigrantes, con un presupuesto mensual de nueve millones.
Dado el aumento de refugiados que huían de los conflictos armados en Libia y Siria, Italia solicitó ayuda económica y logística a la UE. Algunos países del norte de Europa (Reino Unido y Alemania, entre ellos) acusaban a Italia de haber favorecido la llegada masiva de inmigrantes a Europa al haber provocado un efecto llamada.
España, Malta o Grecia, que también sufren grandes presiones migratorias, apoyaban las pretensiones de Italia. El resultado de este rifirrafe entre el norte y el sur de Europa fue la sustitución de la Operación Mare Nostrum, gestionada por Italia, por la Tritón, liderada por la Agencia Europea de Control de Fronteras (Frontex). Tritón cuenta con un presupuesto de 2,9 millones de euros y un operativo mucho más limitado que Mare Nostrum, pero sobre todo, tiene un mandato mucho más restringido, al ser una operación de control de fronteras y no de rescate. Este cambio de estrategia explica por qué las muertes en el Mediterráneo se han disparado en los últimos meses.
Si el temido efecto llamada tuviera una base real, Tritón debería haber conseguido reducir el número de inmigrantes irregulares que intentan llegar a Italia. Nada más lejos de la realidad: en el cuarto trimestre de 2014, cuando Tritón se puso en marcha, Frontex detectó un incremento del 160% en el número de inmigrantes irregulares, en comparación con el mismo periodo de 2013, periodo en el que Mare Nostrum estaba operativa.
El aumento de inmigrantes de Libia, Siria, y otros países en conflicto, como Somalia o Nigeria, está relacionado con tres factores que tienen escasa relación con las operaciones marítimas de la UE: el recrudecimiento de los conflictos sirio y libio; la creciente influencia del Estado Islámico y otras organizaciones terroristas como Boko Haram, y el cambio de estrategia de las redes de traficantes de seres humanos. Las redes criminales, que antes tenían algún interés en organizar partidas de inmigrantes dentro de un cierto orden —recibían parte de sus honorarios una vez que lograran pisar Europa—, reclaman ahora el pago adelantado de sus servicios, desinteresándose por completo de la suerte que corren los inmigrantes una vez embarcados.
El Sistema de Dublín especifica que las solicitudes de asilo deben ser tramitadas por el país de entrada del refugiado. Esto incrementa la presión sobre países fronterizos con zonas de conflicto o menos desarrolladas, como el Norte de África. Los países del sur de Europa deniegan la mayor parte de solicitudes de asilo, lo que se traduce en un incremento de refugiados en países con políticas de asilo más generosas, como Alemania, Reino Unido o Suecia.
Camino Mortera es investigadora en de las áreas de Justicia e Interior de la UE en el Centro para la Reforma Europea de Londres.